¡A la tercera va la vencida! Es algo que sabe perfectamente Christian Ríos, ya que fue finalista por tres años consecutivos en la Categoría Colección Comercial Masculina, y, el pasado 24 de octubre en los Premios Fígaro, se alzó, por fin, con el galardón.
Detrás de Christian Ríos nos encontramos a un peluquero sonriente, amable y empático, quien, con total transparencia, decidió desvelar los detalles de sus colecciones, su inspiración, su día a día y los planes que tiene para los próximos meses.
Christian Ríos: Urbanite es una colección muy impactante que estaba muy estudiada y en la que buscábamos algo muy concreto. Cuando comenzamos a trabajar en una colección, siempre hacemos, junto con mi equipo, un trabajo de búsqueda, nos inspiramos en texturas, en la calle, en el día a día.
Me encantan las ciudades porque son una fuente de inspiración brutal y, además, soy un apasionado de la moda. Las calles de Londres, París, Nueva York o Milán son increíbles escaparates, fuentes de inspiración y alimento para la creatividad. Teníamos muy claro que queríamos recrear diversos estereotipos neoyorquinos, desde ejecutivos, hasta rockeros, o los que frecuentan las canchas baloncesto, entre otros.
CR: El chico del parche recordaba al ejecutivo y en pasarela apostamos por un vestuario muy clásico, elegante, que bien podrías encontrar entre los que recorren las aceras de la quinta avenida con su maletín, enganchado al teléfono. Sin embargo, en pasarela no me terminaba de encajar, así que le dimos un toque más grunge y desenfadado. Lo cambiamos todo a última hora y mostramos al ejecutivo moderno de ciudad, que puede tener doble personalidad y pasar de estar en una oficina a salir y vivir una noche loca.
El chico que está con la guitarra recreaba al rockero urbanita, nocturno, rebelde y radical. Luego tenemos al boxeador o al chico de fútbol americano, dos perfiles que no pasan desapercibidos por Manhattan.
CR: Empecé de casualidad en el mundo de la peluquería. De hecho, fui chef en mis inicios, y durante muchos años fue mi pasión el sector de la hostelería. Sin embargo, con el tiempo acabé agotado de lo que suponía esa profesión, y la vida social que conllevaba. Así que recuperé una pasión que desde pequeño me llamaba la atención: la moda. Así que, me lancé a por ello y estudié diseño de moda.
Un día acudí a un salón a cortarme el cabello y la persona dueña del salón me animó a estudiar peluquería, porque estaba convencido de que se me iba a dar muy bien. Al final me contrató durante un tiempo y me convenció para acceder a la moda a través de la peluquería, porque eran dos mundos muy cercanos. Entonces ahí se me abrieron los ojos y sentí que nacía una oportunidad. Me recomendó una de las mejores academias de mi zona y no me lo pensé. Eso sí, le dije que no quería perder el tiempo, e hice entonces un curso intensivo de un año y tras posteriores miles de horas de observar, practicar y experimentar, aquí estoy.
CR: La verdad, mi aventura al principio no me resultó nada fácil al inicio. Me lancé porque quería abrir mi salón, pero tampoco estaba preparado para llevar un equipo, ni un negocio. A nosotros, los peluqueros, no nos preparan para eso, aun así, me tiré a la piscina y me dije: “bueno, vamos a probar”. Empecé con un salón muy pequeñito, de 30 metros, sin ventanas, sin luz, que tenía mucho encanto, pero era agobiante. En seis meses tuve que buscarme otro local y quería todo lo contrario, un salón muy grande, con mucha luz natural, con jardín y encontré el local perfecto. Para mí es clave estar en un lugar acogedor porque son muchísimas horas y el bienestar del equipo es la base de todo.
CR: Una locura literal, cuando comencé en este mundo tenía ansiedad por hacer mis propias colecciones, pero a la vez no estaba preparado. Empecé solo, y ahora somos cuatro en el salón. Tengo un gran equipo, hemos luchado mucho y los he animado a involucrarse con las colecciones. Ellos me siguen, pero el día a día es muy duro porque yo paso las mismas horas que ellos en el salón.
Entro a las 9 de la mañana y salgo a las 9 de la noche, atiendo a mis clientes, atiendo al personal y creo las colecciones. Ahora sí que me he obligado a reconfigurar mi agenda para lograr unas horas libres al día, porque hasta ahora era inviable. Como soy un trabajador más, me cuesta mucho conciliar vida personal y laboral con la dedicación que el salón supone.
CR: Primero les diría que nunca tiren la toalla, si yo he podido, todo el mundo puede. El Global Winner fue por casualidad, yo nunca me había presentado a American Crew, de hecho, trabajé mucho tiempo con ellos y sigo trabajando. Creamos una colección, que fue Urbanite en la que teníamos dos modelos más como extras, entonces le comenté a mi fotógrafo: ¿Por qué no hacemos algo más clásico, tirando a moderno? Y lo presentamos a American Crew, pero me iluminé el mismo día, así que, como tenía al modelo extra, le hicimos un par de cambios y presentamos la propuesta. ¿Qué pasa? Que hay que aventurarse a improvisar, que hay que arriesgar y lanzarse y creo que he logrado improvisar en función del modelo que tengo. Si no hubiese sido por esa improvisación de última hora, no hubiéramos conseguido ser Country Winner y Global Winner.
CR: Mi equipo se implica mucho y tengo la suerte de que lo viven con la misma intensidad que yo, así que tengo un apoyo muy grande. Siento que debo ofrecerles más formación, aunque hasta ahora no he tenido tiempo físico para dedicarles y cubrir esa necesidad formativa. Ellos me han ido siguiendo, me han ido viendo y observando, pero ahora sí que es cierto, que a raíz de desde este último año tan frenético, he tomado la decisión de formarles uno a uno, de dedicarles más tiempo porque se lo merecen. Admito que soy muy maniático y meticuloso, cuando entra gente nueva al salón, si no está preparada para trabajar con una metodología muy detallista y exigente, el agobio se hace presente, pero, por el momento el equipo que me acompaña ha tenido mucha paciencia.
CR: Tengo varias cosas en mente, estoy pensando en conquistar más categorías. Mantener la masculina, pero pulir la categoría femenina, que estoy convencido de que nos queda mucho por hacer y decir. Por otra parte, me encanta la formación y me apasiona enseñar, y tengo la ilusión de crear una academia o similar para dar formación, aunque aún está en el aire y lo estamos trabajando poquito a poco.
CR: No me lo esperaba. Tampoco me quería hacer ilusiones. Los Premios Fígaro son un reconocimiento que considero significativo a nivel personal y laboral, además, tienen una gran relevancia en nuestro país. Sé que hay cientos de personas que desearían estar allí, es una oportunidad que vale la alegría disfrutar. La verdad es que me lo pasé bomba, fue una experiencia increíble. Al equipo le daba igual si ganábamos o no, porque queríamos vivir la experiencia de estar ahí, y nunca sabes si se va a repetir, así que había que aprovecharlo y disfrutar.
Cuando dijeron mi nombre pensé ¡madre mía!, además, no me había preparado discurso, estaba en blanco, estando allí quería tener a mi equipo a mi lado. Solo me salían palabras de agradecimiento hacia las personas que han trabajado conmigo durante todo el año. Así que agradecí a Revlon Professional, a mi equipo, a mi fotógrafo, Esteban Roca y a mi agencia, ComunicaHair, ya que han sido mis aliados en esta aventura.
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